En esta historia, dividida en cuatro meses (junio, julio, agosto y septiembre), Irene Solà reflexiona sobre el lenguaje, y los modos de construcción del relato, es decir, sobre todo aquello que puede ser contado.
Un artefacto poético hermoso y arriesgado, un montaje experimental que muestra las tripas del proceso creativo.
Exclamó Mariana Enriquez: Esta novela sobre la magia y el desorden de la vida está llena de imágenes inolvidables: Solà es valiente, tiene el don de la belleza y su talento es único